Capitulo 1: "La Rata de la Merced"
Para Aldo a.k.a. Skaldo y "La rata de la Merced"
Nunca cambien.
Nunca cambien.
Mi eterna búsqueda de la famosa "rata de la Merced" -un roedor de metro y medio de altura que cada mañana se desayuna un tazón de niños de la calle y perros callejeros, sin leche- culminaba por el día de hoy, una odisea frustrada por enésima ocasión. Lo mas cerca que estuve de culminar esta empresa fue aquel día que encontré el cadáver de un león que un par de meses atrás había escapado del Circo Atayde Hermanos, vaya usted a saber como una fiera de semejante envergadura logro cruzar la ciudad, de Buenavista hasta el mercado de La Merced sin ser avistado por nuestros avispados y nunca bien ponderados oficiales de policía o por Doña Gude, la señora que vende los tamales fritos afuera del metro Pino Suárez que no deja pasar ni una, ya sea la golpiza que el tendero le propino a su esposa el día anterior o el nuevo chisme de la nueva estrella televisiva emergida del nuevo reality show. La cosa es que la noble fiera de algún modo termino en las alcantarillas de la ciudad mas grande del mundo y a base de inanición y un solución curtidora integrada por desechos industriales, eses fecales y detergentes no muy biodegradables, obtuvo un color grisáceo y una imagen no menos que tétrica que literalmente provoco que me “cagara del susto”. Lamentablemente era un león y no mi tímido roedor así que no pude cobrar la recompensa.
En fin frustrado por mi mas reciente fracaso resolví encaminar a mi casa, comer el chicharrón en salsa verde de ayer, destapar la ultima lata de Guiness y luego no se, ver la tele o fumar un porro. Así que tome rumbo hacia las profundidades de la ciudad, liquidando mi módico importe con moneda nacional y mirando de reojo el magnifico a la vez que aparatoso escote de la cajera. Acababa de comenzar mi debate interno con Guy Devord cuando lo aviste entre la muchedumbre. Sí, era él.
Hace tiempo que no me encontraba al Abominable Hombre de Tlalpan, bastante en verdad; así que fue un gran gusto hallarlo sentado en un vagón del metro leyendo a Cortazar mientras se hacia pajas mentales con Kim Farber. Nos conocimos hace unos años, por aquel entonces concentraba mis esfuerzos en hacerme con una instantánea de su siniestra figura (siempre en busca de la nota y la recompensa, ya sabes). Me pasaba el día cubriendo el bosque de Tlalpan y las noches las gastaba en las cantinas de la zona. Por cierto, lugares agradables y bohemios.
Un día de esos salí tambaleándome como ya es costumbre y caminaba por la empedradas calles del centro de Tlapan cuando un bulto de cabello verde y pantalones en un color naranja fosforescente chocaron contra mi persona. Con una amabilidad inusitada me levanto y como el también venia medio entrado sugirió comprar una botella más y recorrer las calles cantando. Una noche inolvidable espantando transeúntes bebiendo whisky barato y vino chileno. Mi licántropo amigo fue bautizado como Cudberto gustaba de la comida italiana, las conversaciones largas, la cerveza irlandesa y las mujeres mexicanas. Es un verdadero melonamo, conversador ameno e hincha del Necaxa (solo él y Jorge Ortiz de Pinedo). Ese era el Abominable hombre deTlapan , mi nueva exclusiva y amigo, que después de la portada en el “¡Insólito!” olvido el pánico escénico y ahora recorre la ciudad cazando discos viejos y robando libros igualmente viejos en las librerias de Donceles.
Lo salude efusivamente (no podría ser de otro modo gracias a su melena de color moscardón logre poner pan en la mesa y mota en mi papel arroz por un mes), fue un verdadero gusto traía una decena de discos en su regazo y encima, la mirada furtiva de un pequeño delincuente que no dejaba de ver su reloj imitación de ROLEX.
Salimos en Salto del Agua y visitamos la noble y nunca muy aseada pulquería "La bella Carolina" (hombre, hacia calor).
"Un curado de alfalfa y pa’ mi compa, uno de pistache" ordeno rápidamente a Don Chucho, que con gran pericia derramaba aquella delicia viscosa en nuestros vasos de juguería. Platicas largas, dos porros, dos temas de Lenny Kravitz, uno de Luis Miguel, tres de los "Bitles" y una fulminante cumbia programada por "El Chocorol" quien rápidamente se jalo Jobita la de la marisquería -que para esas horas ya había acabado su turno- para bailar "de cachetito".
Las horas pasaron y como es costumbre hicimos platica con los de a lado -con el de la izquierda no, por que nunca me a gustado platicar con alguien mientras esta haciendo sus necesidades-, ligábamos con las de enfrente y nos tirábamos cascaritas de pistache con los de atrás. De pronto "el Abominable" me dice que ya no trae pa’ echarse el ultimo curado de guayaba y me hace una propuesta que no podía rechazar: "tu te avientas la ultima ronda y yo te doy esta pasta que me acabo de comprar", decía mientras torpemente sacaba un 45 rpm con la foto de cinco californianos de entre su enmarañado pelambre. Reconozco las camisas rosas y las americanas guindas así que lo tomo al tiempo que grito desde el rincón de la pulquería: "!Yo picho la siguiente Don Chucho!... dos de avena y con mucha canela encima".
La noche empieza a agarrar calor y nada me haría más feliz que cambiar tragos de pulque por pequeños discos negros, pero aun es miércoles. Quizás el viernes. Quizás regrese a buscar a "la rata de La Merced" y nos tomemos la del estribo juntos. Quizás algún día cobre la recompensa de $30,000.00 pesos que ofrece el "ALARMA". Quizás invite la siguiente ronda. Quizás vuelva a mi casa y escuche este buen disco.
Que sera, sera, sera…
PD: Disculpe los problemas que nuestros regionalismos le ocasionan. Si persisten las molestias no dude en visitar la Cd. de México.
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