"Me encanta el aroma de autosuficiencia que se respira aquí dentro -dijo Duque observando la pista con satisfacción mientras Moriarty pedía una cerveza sin prestarle demasiada atención. La autarquía de quienes no les importa lo más mínimo lo que pueda suceder de estas cuatro paredes. A los ojos de los normales nada más que un puñado de perdedores que han dejado pasar su tren. Tipos extraños y malencarados que tienen trabajos de mierda con sueldos de mierda, viven de alquiler en cuchitriles infectos y carecen de pareja estable y visos de tenerla. Pero tipos que no cambiarían una sola hora aquí dentro por una vida entera de cualquiera de ellos. Y eso los normales lo saben y no lo comprenden y por eso nos temen. Si, somos la orgullosa escoria del mundo de los normales y nuestro secreto es que poseemos la mejor banda sonora del mundo. Los normales se cruzan de acera cuando nos ven aparecer y nosotros lo único que queremos hacer es bailar canciones de amor. ¿Paradójico, no?"
lunes, 20 de mayo de 2013
jueves, 9 de mayo de 2013
Little Victor. El Beale Street Blues Bopper.
Blues callejero con sabor a whisky barato y mucho
asfalto.
Mira,
te lo adelanto. Esta es una historia como pocas. Barroca e irreal. Una leyenda.
Ya no se encuentran historias de estas. ¿Recuerdas “Crossroads”? Sí, aquella película en que el Karate Kid se aventura junto a un viejo bluesmen por el Sur de Estados Unidos en busca del lugar donde
Robert Johnson hizo aquel famoso pacto con el diablo. Te lo dije. Una buena
historia pero, en la mía... En la mía el pequeño chico blanco comienza tocando
la guitarra en una banda de covers extraídos del catalogo de Sun Records. Rock
& Roll puro y duro. Era 1981 y tenía 14 años. Ya le decían Little Victor. La leyenda dice que dos
años más tarde compro una armónica y después tomo rumbo a la mismísima Beale Street. A curtirse. A probar
suerte. A seguir los pasos de sus ídolos, Jimmy
Reed y Junior Parker.
Y
ahí estaba Little Victor aun no podía beber legalmente y ya se pateaba los
locales de Beale Street. Seis días a la semana, todas las semanas, de arriba y
abajo como lo hicieran Bobby Bland o B.B. King veinte años antes. Acompañando a Herman "Alabama" Alexander y Jessie Mae Hemphill... O a un lado de Uncle Ben Perry, aprendiendo todo lo
que se puede aprender sobre el Blues.
Y asi, el chico siguió su camino, esta vez al norte del Mississipi a prender las juke joints de RL Burnside y Junior Kimbrough e impulsado por los buenos comentarios grabo una cinta con Alex Chilton. No mucho después compartio escenario y estudio con Hubert Sumlin. Sí, el guitarrista de Howlin’ Wolf. El pequeño Victor no tenía ni 20 años y ya hacia el Blues como la gente grande.
Y asi, el chico siguió su camino, esta vez al norte del Mississipi a prender las juke joints de RL Burnside y Junior Kimbrough e impulsado por los buenos comentarios grabo una cinta con Alex Chilton. No mucho después compartio escenario y estudio con Hubert Sumlin. Sí, el guitarrista de Howlin’ Wolf. El pequeño Victor no tenía ni 20 años y ya hacia el Blues como la gente grande.
De
aquel entonces han pasado ya treinta años y la lista de grabaciones,
participaciones en discos colaboraciones como productor o músico es bastante
larga. Basta mencionar que ha compartido el escenario con nombres de la talla
de Buddy Guy, Lonnie Brooks, Billy Boy
Arnold, Bobby Rush, Snooky Pryor, Little Milton, Pinetop Perkins, Mel Brown
y un largo etcetera. Vamos el tipo ha compartido el escenario incluso con… ¡los
Black Keys! Aunque
fue quizás su participación a lado de Louisiana
Red, su ídolo en la adolescencia, la que fijo los reflectores en su trabajo
y capto al atención de público internacional, lo que eventualmente le llevo a
asentarse en Barcelona.
Little Victor y Louisiana Red |
El
hombre sabe de Blues. Es uno de los últimos herederos de aquella vieja
tradición de aprender en el camino. De recorrer los bares a la aventura. De
hacer música visceral, cruda pero con el suficiente ritmo para hacerte bailar,
para incendiar una juke joint mientras el whisky barato corre y la gente hace
disparos al aire. La Vida. El Blues.
Little
Víctor es un chico blanco de West Memphis. No es hijo de ninguna vieja leyenda
del Blues. Ni forma parte del catalogo de alguna disquera importante pero unas
buenas decenas de festivales y cientos de clubes por toda Europa (incluido el
famoso Gaz ‘s Rockin Blues,
propiedad del mismísimo Gaz Mayall) pueden dar fe sus credenciales. Un autentico
Beale Streeter. El mismo que gano un Grand
Prix Du Disque (Francia), un German Record Critics Awards (Alemania)
y amenizo la ceremonia de los Blues Music Awards del
2010 junto a Lousiana Red por el LP “Back
to Black Bayou”, donde además fue productor.
Junto a Louisiana Red y Bob Corritone en los Blues Music Awards |
Victor
no se detiene, lleva tres décadas haciendo discos y recorriendo la carretera.
En los últimos tres años grabo “Let’s
Get High” para la disquera americana WILD Records, y una épica sesión en
Phoenix Arozina con la colaboración de Bob Corritore, Johnny Rapp, Mario
Moreno, Bill Tarsha, Brian Fahey y Dave Forster. De esa sesión se extrajeron su
EP “Blues Shakedown” (en formato de
lustroso vinilo) y su más reciente producción para la disquera española El Toro Records, “Boogie All Night Long”.
Y
ahora, lo siguiente en la mira de Victor es la Ciudad de México… ¿que? ¿no te
la esperabas?
Bueno,
nosotros tampoco pero hace unos días el bueno de Little Victor anuncio vía
facebook su presencia en México para el mes de Agosto. Sobra decir que se
antoja una experiencia imperdible que pocas veces suele verse en este país. Una
gran noche de Rhythm & Blues en el centro de la ciudad más grande del mundo
y por su puesto les tendremos al tanto. La historia se pone buena… y continúa.
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Blues,
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Rhythm 'n' Blues,
Wild Records. El Toro Records
domingo, 7 de abril de 2013
Palabra de Howlin' Wolf...
“Now listen peoples, everybody say they don’t like the
blues. But you wrong. See, the blues come from way back. And I’m gonna
tell you somethin’ again. The thing that’s going on today is not the
blues, it’s just a good beat that people just carry. But now when you
come down to the blues, I’m gonna show you how to play the blues. Now
you just sit here and watch me.”
Howlin Wolf
lunes, 1 de abril de 2013
Bendito atraso.
Bendito atraso.
Una entrevista reciclada con Kiko Amat...
Kiko Amat ya no es un
nombre tan desconocido. Sus libros pueden encontrarse en casi todas las
librerías y al menos me he encontrado un par de personas leyendo alguno de ellos
en el metro. A saber, ha escrito cinco de esos artefactos hasta la fecha.
“Rompepistas” es nuestro favorito, un relato ubicado en el extrarradio
barcelones con un pintoresco perdedor como protagonista. Rabia juvenil, un
buen soundtrack y humor malsano del bueno. Kiko Amat es un individuo enjuto
oriundo de Sant Boi, que sabe como reír (de la vida o de sí mismo) y que tiene
una buena idea de lo que es salir y divertirse de noche en pandilla... y eso ya
dice demasiado.
No obstante, no hay nada mejor que un buen interrogatorio…
No obstante, no hay nada mejor que un buen interrogatorio…
Cuéntanos un poco de
ti, dinos algo que no esté al reverso de un libro o flotando en la web.
¿Quién es Kiko Amat?
Un tipo con notable sentido del humor a pesar de (o precisamente gracias a) la dolorosa concepción del propio patetismo, vanidad, fragilidad y miseria, un señor mayor, un tipo normal (aunque con demasiados discos y libros), un escritor entusiasta, un padre de grotesca fachada exterior aunque vasto corazón, un ex-mod 80’s, un amigo de los skins y los punks, un gordo en ciernes (todo se andará), escaparate de tatuajes inmundos, anglófilo y alfeñique (las dos cosas de nacimiento), y un tío locuaz, en general, al que le gusta estar en bares y abrazarse y reír con gente que no es nada, que es solo gente, y un señor que por tanto no se pasa el día enarbolando intelecto-estudios-afiliaciones-proyectos. I suffer no fools gladly, amigos.
Un tipo con notable sentido del humor a pesar de (o precisamente gracias a) la dolorosa concepción del propio patetismo, vanidad, fragilidad y miseria, un señor mayor, un tipo normal (aunque con demasiados discos y libros), un escritor entusiasta, un padre de grotesca fachada exterior aunque vasto corazón, un ex-mod 80’s, un amigo de los skins y los punks, un gordo en ciernes (todo se andará), escaparate de tatuajes inmundos, anglófilo y alfeñique (las dos cosas de nacimiento), y un tío locuaz, en general, al que le gusta estar en bares y abrazarse y reír con gente que no es nada, que es solo gente, y un señor que por tanto no se pasa el día enarbolando intelecto-estudios-afiliaciones-proyectos. I suffer no fools gladly, amigos.
Bueno, no puedo hablarte de todos los que he realizado, porque son legión. Pero
mi primer fanzine propio se llamaba Rowed-Out!, y lo hacía junto a mi hermano,
y era mod, punk, teenager y garajero. Esto era de 1988 a 1990, cuando yo tenía
17-18 años. Hablábamos de discos y grupos que nos chiflaban (Sorrows, Eyes,
Creation, Downliners Sect, SLF, The What For?, The Beatpack, Los
Mescaleros...), pero también (cuando empezaba a sentirme asqueado por la deriva
luterana de los mods 90’s) de nuevos cultos a formar (Flower-punks, los
llamamos), y también habían artículos humorísticos muy parecidos a los que
escribo hoy. Estaba hecho con máquina de escribir, tijeras, y pegamento en
barra Prit, y luego fotocopiado. Era el fanzine favorito de bastante gente,
asumo que por la perspectiva salvaje y jocosa, y el tono de bulla y mofa que
desprendían muchos de sus artículos.
¿Cómo brincas de ese pequeño soporte a las narraciones extensas?
Muchos años y fanzines y colaboraciones en alguna revista mainstream después me marché a vivir a Londres, en 1997. Allí empecé a escribir un diario, que fue adquiriendo perfil narrativo según pasaba el tiempo. Cuando lo terminé, me sentí preparado para empezar una novela; tenía 30 años. El resultado fue El día que me vaya no se lo diré a nadie. A Jorge Herralde (de Anagrama) le gustó, porque después de todo ostentaba los referentes que él había amado siempre (Brautigan, Colin McInnes, Susan Hinton) y decidió publicarme.
¿Cómo fue la experiencia de publicar tu primer libro?
Una vaga sensación de “tenía razón”, de que esto era lo que tenía destinado hacer desde mi infancia. Tardé un poco en llegar, porque tomé unos cuantos desvíos (en su mayoría onerosos), pero al final lo hice. Asimismo, entonces aún no sabía que lo peor, lo dífícil, estaba por llegar, y que mi debut había sido escrito con la suerte e intuición del principiante. Tuve que aprender a desechar mucho para realizar Cosas que hacen BUM. Creo que allí empecé a aprender a escribir narrativa. El día... había sido a shot in the dark, que dicen los ingleses. Salió más o menos bien, pero fue pura fortuna.
¿Dos libros después has dejado de considerarte un escritor por accidente? Lo menciono porque Rompepistas no es una obra fortuita. De hecho, me parece tu mejor trabajo hasta el momento y uno de los retratos más auténticos que he leído sobre la calle y los que la vivimos (al menos, desde esta perspectiva)…
No. Soy un escritor de verdad, y con un par. Lo de “por accidente” lo digo solo para que no me confundan con los ex-estudiantes de educación privada y título de literatura comparada, y para que quede claro que vengo de otro lado. Rompepistas es un reflejo de ese lado: botas y tirantes, parkas, tupés y centraminas. Pero soy escritor, pienso como un escritor y llevo todos los estigmas de la tradición. Paso la mayor parte de mi vida aislado, escuchando a Red House Painters y escribiendo, sin conexión alguna (en tiempo real; que no emocional) con el resto de la gente. Por eso mismo, si algún día no les saludo, no se lo tomen mal: en ningún caso es arrogancia, sino ensimismación y falta de costumbre en el trato con bípedos habladores.
Después de la trilogía ¿qué hay en tu futuro próximo? ¿Cuáles son los próximos proyectos literarios, musicales, fanzineros y tal?
Mi nueva novela se llama Eres el mejor, Cienfuegos. Está escrita y ya reposa en las manos de mi editor. Saldrá en enero del 2012. Mi libro de ensayos musicales se llama Mil Violines y saldrá en una semana, en España. El 10 de junio, concretamente.
Tres escritores y porque esos tres…
Francisco Casavella por la elasticidad, el ritmo y el lenguaje. Raymond Chandler, por la pegajosidad y la elegancia chulesca. Jim Dodge, por la empatia y la bondad. Joe Heller por el humor amargo. Vonnegut por la voz infantil y la honestidad. Jardiel por el rostro y la ingenuidad. Nik Cohn por la elasticidad, también, y la emoción. Sam Lipsyte y Wodehouse por la carcajada.
¿Cómo brincas de ese pequeño soporte a las narraciones extensas?
Muchos años y fanzines y colaboraciones en alguna revista mainstream después me marché a vivir a Londres, en 1997. Allí empecé a escribir un diario, que fue adquiriendo perfil narrativo según pasaba el tiempo. Cuando lo terminé, me sentí preparado para empezar una novela; tenía 30 años. El resultado fue El día que me vaya no se lo diré a nadie. A Jorge Herralde (de Anagrama) le gustó, porque después de todo ostentaba los referentes que él había amado siempre (Brautigan, Colin McInnes, Susan Hinton) y decidió publicarme.
¿Cómo fue la experiencia de publicar tu primer libro?
Una vaga sensación de “tenía razón”, de que esto era lo que tenía destinado hacer desde mi infancia. Tardé un poco en llegar, porque tomé unos cuantos desvíos (en su mayoría onerosos), pero al final lo hice. Asimismo, entonces aún no sabía que lo peor, lo dífícil, estaba por llegar, y que mi debut había sido escrito con la suerte e intuición del principiante. Tuve que aprender a desechar mucho para realizar Cosas que hacen BUM. Creo que allí empecé a aprender a escribir narrativa. El día... había sido a shot in the dark, que dicen los ingleses. Salió más o menos bien, pero fue pura fortuna.
¿Dos libros después has dejado de considerarte un escritor por accidente? Lo menciono porque Rompepistas no es una obra fortuita. De hecho, me parece tu mejor trabajo hasta el momento y uno de los retratos más auténticos que he leído sobre la calle y los que la vivimos (al menos, desde esta perspectiva)…
No. Soy un escritor de verdad, y con un par. Lo de “por accidente” lo digo solo para que no me confundan con los ex-estudiantes de educación privada y título de literatura comparada, y para que quede claro que vengo de otro lado. Rompepistas es un reflejo de ese lado: botas y tirantes, parkas, tupés y centraminas. Pero soy escritor, pienso como un escritor y llevo todos los estigmas de la tradición. Paso la mayor parte de mi vida aislado, escuchando a Red House Painters y escribiendo, sin conexión alguna (en tiempo real; que no emocional) con el resto de la gente. Por eso mismo, si algún día no les saludo, no se lo tomen mal: en ningún caso es arrogancia, sino ensimismación y falta de costumbre en el trato con bípedos habladores.
Después de la trilogía ¿qué hay en tu futuro próximo? ¿Cuáles son los próximos proyectos literarios, musicales, fanzineros y tal?
Mi nueva novela se llama Eres el mejor, Cienfuegos. Está escrita y ya reposa en las manos de mi editor. Saldrá en enero del 2012. Mi libro de ensayos musicales se llama Mil Violines y saldrá en una semana, en España. El 10 de junio, concretamente.
Tres escritores y porque esos tres…
Francisco Casavella por la elasticidad, el ritmo y el lenguaje. Raymond Chandler, por la pegajosidad y la elegancia chulesca. Jim Dodge, por la empatia y la bondad. Joe Heller por el humor amargo. Vonnegut por la voz infantil y la honestidad. Jardiel por el rostro y la ingenuidad. Nik Cohn por la elasticidad, también, y la emoción. Sam Lipsyte y Wodehouse por la carcajada.
Confesiones y recomendaciones. Los indispensables para Kiko Amat:
Un disco: Too-Rye-Ay, Dexys. Smashed, Mose Allison. I just can’t stop it, The Beat. Setting sons, The Jam. La Varieté, Weekend. Monkey business (Trojan), 60’s punk, Kent Records.
Un libro: Sometimes a great notion, Ken Kesey
Una película: Billy Liar, Kind hearts and coronets, A matter of life and death, From here to eternity, Sunset Boulevard.
Una banda: The Fleshtones, The Beat, Dexys, Jam, Specials, Who, Jasmine Minks, The Claim, McCarthy, Purple Hearts, Byrds, MC4, Weekend, Alison Statton, toda la Motown y el southern soul, y el deep soul y el folk-rock...
Un cantante: Mose Allison, Laura Nyro, Kevin Rowland,
Una cita: la letra entera del “Let’s make this precious”: especialmente lo de abandonar toda tentación para poder vencer.
Un comentario final…
¡Viva el 15-M!
Un disco: Too-Rye-Ay, Dexys. Smashed, Mose Allison. I just can’t stop it, The Beat. Setting sons, The Jam. La Varieté, Weekend. Monkey business (Trojan), 60’s punk, Kent Records.
Un libro: Sometimes a great notion, Ken Kesey
Una película: Billy Liar, Kind hearts and coronets, A matter of life and death, From here to eternity, Sunset Boulevard.
Una banda: The Fleshtones, The Beat, Dexys, Jam, Specials, Who, Jasmine Minks, The Claim, McCarthy, Purple Hearts, Byrds, MC4, Weekend, Alison Statton, toda la Motown y el southern soul, y el deep soul y el folk-rock...
Un cantante: Mose Allison, Laura Nyro, Kevin Rowland,
Una cita: la letra entera del “Let’s make this precious”: especialmente lo de abandonar toda tentación para poder vencer.
Un comentario final…
¡Viva el 15-M!
* * * * *
Entrevista publicada originalmente en dos partes para "Friday on my Mind"
domingo, 24 de marzo de 2013
martes, 19 de marzo de 2013
Cuando los Ramones se toparon con el “Muro de Sonido”.
End of
the Century
Cuando
los Ramones se toparon con el “Muro de Sonido”.
“Phil acepto salir de su retiro para
producirnos. Era como dos muros de sonido que chocan y que tarde o temprano
sacan chispas, pero trabajar con él fue realmente emocionante”.
Joey Ramone
De
los miles de episodios interesantes en la historia del Rock & Roll hay uno
que desde hace semanas lleva dando vueltas en mi cabeza: de cuando Phil Spector y los Ramones colisionaron dentro del Gold Star Recording Studio para dar vida a “End of the Century”, quinto disco de la banda y probablemente uno
de los mas atractivos aunque no el mas emblemático o contundente dentro de la
discografía de los de Forest Hill.
Phil y "los brothers". Dos muros de sonido que chocan... |
Por
un lado tenemos a los RAMONES, la
agrupación tricorde que le dio una patada al Rock & Roll a fines de los 70
para sacarlo del letargo de solos interminables y estrellitas autocomplacientes
a base de frenetismo, humor insano, cine basura, canciones de Girl Groups,
anhelos romanticos y rabia juvenil condensada en sanas dosis de tres minutos o
menos. Dos
o tres tomas, escasa producción y ya tenemos un buen disco.
En
el otro extremo Phil Spector, el compositor y productor que llevo a la fama a
las Ronettes, the Crystals y los Righteous Brothers, más conocido por
trabajar en el “Let It Be” y no recibir las mejores críticas de McCartney. Phil
gano su lugar en el mundo de la música por utilizar el estudio de grabación
como un “instrumento musical” y legar la técnica de orquestación conocida como
el “muro de sonido” que consistía
básicamente en grabar múltiples pistas y superponerlas hasta crear un sonido
compacto pero intenso. Imagina cinco guitarras (eléctricas y acústicas) tocando
el mismo acorde al mismo tiempo y ese sonido rebotando a través de micrófonos y
altavoces. Imagina casi cincuenta músicos orquestando una canción pop de tres
minutos (y si no quieres imaginarlo escucha el “Da Doo Ron Ron” de The
Crystals
e intenta hacerte una idea.). Eso es lo que se llama una gran producción.
Phil y Joey pasandola bien. |
Joey en los estudios Gold Star. |
Los
multiples episodios que rodean la grabación del quinto álbum de estudio de los
Ramones incluyen cientos de discusiones entre Johnny y el productor por la
manera en que estos acostumbraban grabar (una o dos tomas, tres canciones
mezcladas en un día) y para colmo, Tommy, primer baterista y productor de la
banda desde el inicio fue excluido de la grabación por la disquera. “Los
brothers” estaban solos ante un megalómano inseguro amante del alcohol y las
armas de fuego. No hace falta decir que no es el mejor cocktail.
Phil
obligaba a los Ramones a repetir las canciones una y otra vez, cientos de
veces. Tal manera de trabajar iba en contra de la naturaleza de Johnny y
durante la grabación de “Rock & Roll High School” simplemente no pudo
continuar. Arrojo su Mosrite al suelo y cuando se disponía abandonar el estudio
Phil le grito que regresara a tocar la guitarra mientras le apuntaba con su
revolver. ”Tú no te vas a ir a ningún lado” recuerda haber escuchado Johnny al
tiempo que este contestaba: “¿Y que vas a hacer al respecto, dispararme?”.
Finalmente Johnny regreso a tocar el primer acorde de “Rock & Roll High
School” unas cientos de veces más. Se dice que hasta le sangraron los dedos. Evidentemente
el álbum estuvo a punto de irse al cuerno en decenas de momentos. Johnny y Dee
Dee abandonaban las sesiones con frecuencia o simplemente no asistían y muchas
de sus partes fueron hechas por guitarristas de sesión.
Phil, las Ronettes y unos cuates. |
De
algún modo que no deja de tener cierto regusto a ironía “Baby I Love You” fue el primer sencillo de la banda y uno de los
que más éxito cosecho en su carrera. El sencillo más suave en la discografía de
los de Forest Hill, que fue obra de Joey casi en su totalidad incluía un
arreglo de cuerdas fenomenal que enmarca de manera excepcional la angustia en su
tono de voz. Johnny solía decir (y con razón) que Phil era un excéntrico, “otro
loco de los sesenta” y solía recordar la manera en que le mando al diablo
cuando llego con la orquesta al estudio. No imagino su reacción cuando al
colarse entre los diez sencillos más vendidos en el Reino Unido debieron
presentarse en el Top of the Pops para
promocionar el sencillo… ¡acompañados de la orquesta de la BBC de Londres!
El
quinto LP de los Ramones recibió las alabanzas de la critica que celebro el
trabajo de Spector y no reparo en señalar que aquel era el disco más suave y
colorido de la banda (aquello incluye incluso la portada con unos “brothers” sin
sus características chamarras de cuero y en plan buenos chicos). Y aunque el
disco resulto ser el mayor éxito comercial en su carrera (un modesto No. 44 en
las listas) no atrajo el éxito internacional y los millones que Johnny esperaba.
Los Ramones continuaron girando durante 17 años más y ninguno de los chicos de
Forest Hill se retiro oficialmente. Joey, por ejemplo, continúo trabajando y
grabo algunos temas junto a Ronnie Spector poco antes del ocaso de sus días.
“End of the Century” es un tributo a los
iconos que moldearon la adolescencia de los Ramones. Es un guiño a los discos
de grupos de chicas, a las chamarras de cuero, a Phillies, a Red Bird
Records, al "Leader of the Pack" y las tardes escuchando estaciones de rock &
roll buscando desesperadamente algo a que asirse. No pasaría mucho para “los
brothers” se sujetaran con fuerza a la rabia de los Stooges y la irreverencia de los New York Dolls pero al mismo
tiempo sujetando con fuerza la mano de los Trashmen
y las Ronettes. Además de algún modo, para muchos incrédulos como un servidor, redimensiona
el papel del productor dentro de la creación de un disco y es que no siempre
tomamos en cuenta al loquito tras de los controles. Al menos aquí resulta
evidente y vale la pena poner un poco de atención para distinguir los detalles
en el muro de sonido alrededor de los Ramones. Y por momentos, sentir las
chispas…
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